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Talla de Concha

Guadalupana con diseños de Xalitla, Gro. Concha nácar. Artesano Eduardo Sánchez. Monterrey, N.L. Col. AmigosMAP. (Foto: Alberto Venegas).

Imelda de León

Las conchas marinas, huesos y cuernos se han usado como materia prima para elaborar diversos tipos de arte popular que van de las formas más sencillas a las más sofisticadas.

La tradición de emplear estos materiales procede del periodo prehispánico: las conchas, por ejemplo, se usaron como monedas, para decorar edificios y elaborar pectorales y joyas que indicaban el estatus social de su portador.

Suelen trabajarse en las zonas costeras y en algunos casos su uso aún es ceremonial, como es el caso de los mayos de Sonora y Sinaloa, que las combinan con cuentas de colores para elaborar collares que solamente usan los mayores en sus danzas de Semana Santa; sus favoritas son las de abulón, que cortan en cuadros o triángulos y pulen hasta sacarles brillo.

Esta misma concha, combinada con diversos metales, es muy frecuente en la joyería popular que trabajan los orfebres de Taxco, Cuernavaca y la Ciudad de México; con ella producen pulseras, juegos de aretes y collar, cubiertas para encendedores y destapadores de botellas, la mayoría en forma de pescados con escamas que, por la manera en que se arman, simulan movimiento, así que a la vez son objetos utilitarios y de ornato.

Un caso muy singular es El Nith, pequeño poblado en Hidalgo, donde, sin haber conchas a la mano –se consiguen en la Ciudad de México–, los artesanos elaboran miniaturas muy detalladas que incrustan sobre madera.

Las conchas de abulón y de otros moluscos, de variados colores, se trabajan en Baja California Sur para producir objetos delicados de gran calidad estética, decorados con esgrafiados muy finos que semejan encajes. Es notable el trabajo que realizan en grandes caracoles, a veces cortados por la mitad.

En Veracruz, Tampico, Mazatlán, Acapulco, Campeche y Manzanillo se especializan en artesanías más populares.

Al norte, en Sonora, las mujeres seris hacen collares con caracoles muy finos, que a veces tiñen, y con conchas muy delicadas.

El carey fue un material muy usado por los artistas del sureste de México, aunque en la actualidad ya no se trabaja debido a los programas oficiales para la conservación de las tortugas. Sin embargo, quedan muestras de artículos realmente muy bellos, como los marcos para espejo cuyo calado en las orillas semeja verdadera filigrana; objetos de joyería como aretes, collares, anillos, peinetas y otros adornos femeninos; abrecartas; peines; puños de bastón; alhajeros; mancuernillas y pisacorbatas. Ahora, los antiguos artesanos del carey en Campeche, Ciudad del Carmen, Isla Mujeres y Baja California, trabajan el cuerno minuciosa y delicadamente con las técnicas de calado y esgrafiado. En Campeche aprovechan muy bien esta “nueva” materia prima, sobre todo los cuernos veteados, que lucen muy bien en mangos de cubiertos de mesa con motivos marinos, cucharas de diferentes tamaños, veleros en miniatura, cofrecitos, portarretratos y otros objetos que antes hacían de carey.

El hueso, sobre todo el de res, es trabajado por algunos artesanos como sólo ellos y su inagotable imaginación saben hacerlo. Tal es el caso de Roberto Ruiz, excelso artista popular (oriundo de Miahuatlán, Oaxaca) que se destaca en el retrato miniatura y en cualquier clase de temas que esculpe en hueso o marfil, como es el caso del fabuloso colmillo de elefante en que plasmó la historia de México.

Otro lugar donde se trabaja el hueso para manufacturar botones, agujas para tejer, dominós, ajedreces, juegos para colocar enseres de oficina, abrecartas y plegaderas, cuchillos, espátulas y collares, es Teocaltiche, Jalisco, Combinado con madera, el hueso también se trabaja en los estados de Michoacán, México y Guanajuato, entre otros. En Nacajuca y Tecolutla, en Tabasco, tallan sobre todo imágenes religiosas.

El cuerno pulido puede usarse como recipiente; en varios lugares lo utilizan para guardar líquidos y pólvora. En San Esteban Tizatlán, Tlaxcala, Hipólito Vázquez Sánchez trabaja este material con especial primor, pues labra en su exterior variadas escenas con figuras diminutas muy detalladas.

Aunque el cuerno se trabaja en muchos lugares, destaca, por su importante producción, San Antonio la Isla, Estado de México, donde lo someten previamente a un sistema de corte y calentamiento o planchado para alisarlo, así como al remojado que requiere este material.

Una vez procesada la materia prima, los artesanos cortan figuras como aves, peces y otros motivos, con los que elaboran peines, peinetas, carmenadores, prendedores, aretes, mangos para machetes y cuchillos; e incluso figuras humanas con las que forman escenas de la vida cotidiana, muy minuciosas, que montan en maquetas.

También se trabaja el cuerno en Cualac, Guerrero, y Huauchinango, Puebla, donde hacen incrustaciones de este material sobre madera para elaborar mangos de cubiertos de mesa y machetes, así como cachas para diferentes herramientas agrícolas y objetos de ornato.

Los artesanos cortan figuras como aves, peces y otros motivos, con los que elaboran peines, peinetas, carmenadores, prendedores, aretes, mangos para machetes y cuchillos, e incluso figuras humanas.