La Museografía
Papel amate teñido con grana cochinilla. Artesano desconocido. San Pablito Pahuatlán, Pue. Col. MAP. (Foto: Estudio Kristina Velfu, EKV).
Jorge Agostoni
Las exposiciones del Museo de Arte Popular ofrecen un panorama de la creatividad, imaginación, sensibilidad estética y oficio magistral de los creadores populares, cuyas obras reflejan, como ninguna otra expresión artística, los distintos elementos que han intervenido en la formación de nuestra cultura. A través de un selecto conjunto de piezas de gran riqueza y calidad, provenientes de las valiosas colecciones que diversas instituciones y particulares pusieron generosamente a disposición del MAP, el museo revela el enorme espectro del arte popular mexicano, así como su tradición dinámica y plural que se conserva viva y con todo vigor en la realidad del pueblo.
El concepto de las exposiciones constituye una celebración de los extraordinarios logros de los artistas del pueblo y un reconocimiento a la contribución de las artes populares a la identidad nacional, a su importancia como un componente vital de las principales corrientes y expresiones artísticas mexicanas y a su trascendencia frente a la globalización cultural.
Las obras se presentan con un ordenamiento temático-conceptual que destaca las múltiples expresiones y funciones del arte popular mexicano, resaltando, con un enfoque innovador, sus valores y cualidades estéticas, para demostrar que el arte del pueblo merece admirarse como los Riveras o Tamayos que se exponen en los museos vecinos.
Con base en dicho ordenamiento, la organización espacial y la estructura museográfica de las exposiciones son de carácter permanente, mientras que gran parte de las piezas que se exhiben serán sustituidas periódicamente por otras de tipo y calidad semejante, tanto por razones de conservación como para exponer a través del tiempo el mayor número posible de obras y renovar con ello el interés del público, así como para conciliar la contradicción entre la vocación temporal de la obra de arte popular y lo que Octavio Paz llamó “el tiempo sin tiempo del museo”. Este concepto museográfico rigió la organización, agrupación y secuencia de presentación de las obras, así como la selección y el tratamiento de los medios de exhibición, conformando ocho unidades de exposición, desglosadas al final de este texto.
Además de estas unidades temáticas de carácter permanente, el museo complementará su labor con exposiciones temporales que abordarán diversas temáticas y numerosas actividades relacionadas con el arte y las tradiciones populares.
El edificio consta de cuatro niveles de planta rectangular con un espacioso patio central cubierto por una cúpula de vidrio. La planta baja aloja los servicios al público, incluidos una tienda de arte popular, librería y cafetería integradas y el auditorio. Las salas ubicadas a ambos lados del patio del segundo y tercer pisos se destinaron a las exposiciones permanentes, en tanto que las del primero alojan las muestras temporales y los talleres que prestarán servicios educativos al público visitante.
Las plantas de las exposiciones se adaptaron, conforme al proyecto museográfico, para acondicionar los espacios dedicados a cada uno de los temas y organizar los recorridos en amplias y fluidas secuencias expositivas; incrementar las superficies verticales de exposición y controlar la luz natural, así como para dotar al edificio de las instalaciones técnicas indispensables en un museo contemporáneo.
Con objeto de organizar las circulaciones de visita y de articular los espacios arquitectónicos de los tres pisos destinados a las exposiciones, los corredores del lado oriente del patio se prolongaron hacia el interior de las salas para conformar los ejes principales de circulación, o “calles”, que cruzan el edificio de uno a otro extremo, a donde desembocan las diversas circulaciones verticales y desde donde comienzan y terminan los recorridos de cada sala. De esta manera, las circulaciones resultan claras para el público, que puede realizar una visita completa y secuenciada de las exposiciones o bien recorrer sólo alguna de ellas. Para caracterizar desde la planta baja la temática del museo y ofrecer una visión inicial de sus contenidos, en el costado norte del patio central se dispuso una galería en la que se expone un conjunto de obras excepcionales, en tanto que los corredores que lo rodean en el segundo y tercer pisos se adecuaron para exponer obras de grandes maestros del arte popular; de este modo el patio constituye, en toda su altura, un escenario continuamente renovado de las mejores muestras de la producción artística popular.
El recorrido temático se inicia en el tercer piso, al cual se accede por los elevadores panorámicos o bien por la escalera principal que desembocan en la “calle” de ese nivel. La visita principia en la sala norte destinada al tema Esencia del arte popular, donde un gran espectáculo audiovisual recibe al público y lo introduce en la exposición de diversos conjuntos temáticos que patentizan que el arte popular constituye una manifestación cultural dinámica que encierra un conocimiento milenario, plasma una historia social colectiva y refleja las relaciones que se establecen entre hombre, sociedad y naturaleza. Para ilustrar estos conceptos, y como contrapunto a las imágenes en movimiento del audiovisual introductorio, en el extremo opuesto de la sala se aprecia el espléndido mural “Geografía del arte popular mexicano”, de Miguel Covarrubias, que antes estuvo en el desaparecido Hotel del Prado.
La exposición continúa en la sala sur en la que se presenta el tema El arte popular y la vida cotidiana. En esta sala, organizada alrededor de dos grandes tragaluces cilíndricos –uno de los cuales se prolonga y conduce la luz natural hasta la sala del nivel inferior– se exponen grupos de obras cuya presencia es habitual en las moradas de los mexicanos; en las galas y lujos del arreglo personal; en los juegos de los niños y en la manera cómo el artista popular retrata a la sociedad, enfatizando que el arte del pueblo es parte constitutiva e inseparable de las diversas y reiteradas formas de vida y que satisface necesidades físicas de los individuos.
Enseguida, el público desciende al segundo nivel, ya sea por la escalera principal o por la del torreón de la esquina, para proseguir el recorrido por la sala sur dedicada al tema El arte popular y lo sagrado, donde, mediante la exposición de obras de imaginería popular, máscaras, judas, exvotos, milagros, piezas creadas para mandas y fiestas tradicionales, y muchas otras, se pone de relieve que el arte popular expresa las formas significativas y simbólicas en la vida del hombre, que satisface necesidades espirituales y refleja la cosmogonía de sus creadores. En la sala resalta una gran vitrina central transitable, en la que se exponen obras relacionadas con la celebración de los muertos, cuyo carácter festivo se acentúa con la iluminación natural proveniente del cilindro que atraviesa el nivel superior.
El recorrido temático concluye en la sala norte, donde se presenta El arte popular y lo fantástico, aquí se hace patente cómo a través del arte popular el hombre materializa, con creatividad sin límite, las fantasías de su mundo imaginario. Los conjuntos de diablos, sirenas, nahuales, alebrijes y otras figuras fantásticas, contrastan con obras que representan a la real y variada fauna de México, manufacturadas con múltiples materiales y técnicas.
También forman parte de las exhibiciones una sala dedicada a mostrar obras que marcan nuevos caminos del arte popular en los albores del siglo XXI, la sala de la pieza del mes, así como una breve historia del edificio y su entorno urbano a lo largo de los años.
Las exposiciones se complementan con informaciones puntuales sobre los contextos y tradiciones populares asociados a las obras, con la finalidad de que el visitante pueda acercarse a ellas desde una perspectiva enriquecida que le permita valorar a profundidad su significación estética y simbólica. La información se proporciona mediante videos y módulos de consulta interactiva integrados al recorrido museográfico, pero dispuestos de manera que no interfieran con la visión y apreciación de las obras.
Además se instaló una sala de interpretación, separada de la secuencia expositiva del segundo piso pero anexa a ella, en la que el público puede consultar, mediante módulos interactivos, una amplia información sobre el arte popular mexicano, a través de un programa que ofrece la posibilidad de adentrarse en las características estéticas, técnicas, sociales e históricas de las principales obras en exhibición, así como en la semblanza de sus creadores y de los lugares donde se producen.
El diseño museográfico conformó espacios continuos y sin divisiones formales, que ofrecen amplias perspectivas y referencias visuales entre las diversas unidades de exhibición de cada sala. La organización espacial de las exposiciones sugiere de manera clara los recorridos de visita, pero sin imponer rutas obligatorias.
Para establecer relaciones de escala adecuadas y complementarias entre los espacios y la gran variedad y diversidad de obras expuestas, los diferentes sistemas de exhibición conjugan la función expositiva con la de estructuración de los espacios, con diseños de carácter unitario y discreto en sus soluciones formales, que permiten destacar directamente y sin intermediarios, las cualidades plásticas y expresivas de las piezas. La naturaleza artesanal y el colorido de las obras artísticas populares contrastan con la sobriedad y nitidez del diseño de las estructuras y del mobiliario museográfico, así como con la calidad industrial de la reducida gama de materiales empleados en su realización –aluminio, madera y vidrio–, en armonía con los pisos de madera y los blancos enyesados de los muros, que refuerzan la unidad e identidad del conjunto.
Para mí, participar en este proyecto significó también el reencuentro con un espacio de gratos recuerdos. El antiguo edificio del Cuerpo de Bomberos es el mismo sitio donde, muchos de los atardeceres de mi infancia; asistía a las clases de esgrima del maestro Timperi, cuya sala de armas estaba en la esquina noroeste de la planta baja, que ahora es parte de la bodega del museo. Cuando sonaba la alarma los niños salíamos corriendo al patio para ver, asombrados y admirados, a los bomberos que bajaban de sus dormitorios deslizándose por tubos para tomar su lugar en los relucientes camiones rojos para salir deprisa, en medio de sirenas y campanas, a apagar algún incendio. Aquello era una explosión de colores: el negro de los impermeables, el rojo intenso de las bombas con sus partes de cromo y bronce, los muros grises y blancos, el azul de la alberca…
Con otros fines, igual de nobles aunque no tan heroicos como aquellos –o tal vez sí–, el edificio tiene ahora, como Museo de Arte Popular, la vitalidad y el colorido que tuvo entonces. Con sus espacios adaptados, modernizados, abiertos, que conforman salas que contribuyen a destacar las características de las obras de su extraordinario acervo, este inmueble constituye una magnífica sede para la que, sin duda, será una de las más importantes instituciones dedicadas a la exhibición, promoción y conservación de las artes populares, un lugar de encuentro privilegiado entre el público y las múltiples expresiones artísticas creadas por las manos del pueblo.
UNIDADES DE EXPOSICIÓN
1 Expresiones del Arte Popular
2 Esencia del Arte Popular Introducción Raíces, influencias y aportaciones El entorno social y natural La maestría de los oficios
3 El Arte Popular y la Vida Cotidiana Identidad El mexicano visto por sí mismo La historia en el arte popular Las moradas Las galas, los lujos y el arreglo personal Juguetes y miniaturas
4 El Arte Popular y lo Sagrado Cosmovisión, simbolismo y alegorías Religión Judas y mojigangas Exvotos y milagros Imaginería popular Pinturas y curas de aire La muerte en el arte popular Mandas, mitotes y fiestas tradicionales Máscaras
5 El Arte Popular y lo Fantástico Árboles de la vida Diablos Alebrijes y figuras fantásticas Nahuales Sirenas Fauna
6 Grandes Maestros del Arte Popular
7 Los Albores del Siglo XXI
8 Historia del edificio y de su entorno urbano