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El arte popular en la Nueva España

Medalla de plata. Virgen de Guadalupe. Artesano y procedencia desconocidos. 1804. Col. Marie Thérèse Hermand de Arango. (Foto: Estudio Kristina Velfu, EKV).

Rosa María Franco, Violeta Tavizón Mondragón

El arte popular novohispano también recibe el nombre de artes menores o artes aplicadas, porque se refieren a objetos hechos para el consumo y utilitarios.

En la Nueva España, los gremios fueron los herederos de la tradición europea que surgió a partir del siglo XVI, y las Ordenanzas que los rigieron, el medio jurídico para regular las diversas artes; esto se vio reflejado en una estructura gremial que fungió como la columna vertebral rectora de las artes y los oficios novohispanos.

A LA CONQUISTA DE LOS CONQUISTADORES
El mestizaje cultural surgido en el siglo XVI desembocó en un sincretismo de las habilidades, conocimientos y símbolos de las técnicas indígenas con las temáticas, principalmente de corte religioso, y los cánones estéticos europeos. Los conventos sirvieron como escuelas donde se alfabetizaba a niños y jóvenes, y en muchas de sus capillas abiertas se instalaron talleres de diversas artes y oficios. Estos lugares ofrecieron la oportunidad de sintetizar en un objeto la perspectiva temática española en técnicas indígenas, con lo que se formalizó el llamado arte tequitqui. Por su parte, la producción popular se configuró como la memoria del acontecer histórico y cotidiano, pues en cada obra creada subyacía una sociedad que sustentaba material y espiritualmente al productor individual, al artista.

LA PLUMARIA
Los frailes que arribaron a la Nueva España a partir de 1525 adaptaron a sus necesidades esta técnica del ingenio local. En tiempos anteriores a la Colonia, a estas labores se les llamaba mosaicos de plumas, y a Antes de la Conquista, las plumas se destinaban a la confección de penachos para guerreros, y los mosaicos servían para componer temas religiosos, parte medular de la cosmovisión indígena. Este trabajo conquistó a los españoles y a los europeos en general, que jamás lo habían visto, y constituyó uno de los tesoros más preciados de los que encontraron en el Nuevo Mundo.

PIEDRA LABRADA
El arte tequitqui se distingue por la ingenuidad característica de las formas que realizaron los indígenas. En la arquitectura, se reconoce en la decoración vegetal de las columnas y en diversos elementos de las fachadas religiosas, cruces atriales, esculturas y pilas bautismales.

PASTA DE CAÑA DE MAÍZ
En la época prehispánica los naturales empleaban esta técnica para esculpir pequeñas representaciones de sus dioses que ponían en sus templos o casas. En el Virreinato esta técnica se popularizó entre los españoles y, en particular, entre los frailes. La nueva producción se enfocó en la cristología (la representación de Cristo crucificado); de factura difícil, la técnica se practicó sobre todo en Michoacán, aunque es probable que otros talleres, como el del convento del Colegio de Propaganda Fide en Guadalupe, Zacatecas, también la emplearan.

TINTURA NOVOHISPANA
El teñido de telas e hilos con pigmentos mexicanos significó para España otro gran descubrimiento; el sur del territorio novohispano contaba con diversos elementos naturales de los que se extraían colores utilizados desde tiempos prehispánicos. Entre estos pigmentos se encontraba el púrpura, que ya se conocía en Europa y en la zona del Mediterráneo; en tierras americanas se producía con el caracol púrpura pansa, un molusco marino que se halla en las costas sureñas de los actuales estados de Chiapas y Oaxaca y que en tiempos prehispánicos se usó para pagar tributo a las alcaldías. Además, el azul añil, un tinte extraído del mineral llamado atapulguita, y el índigo, obtenido de la Indigofera tinctoria, una planta que se encontraba en zonas de los hoy estados de Guerrero, Michoacán y Oaxaca; la grana cochinilla, que significa “sangre de tunas” porque de ésta se obtenía el rojo carmín, provenía de insectos criados en nopales y es propia de la actual zona oaxaqueña; ya en la Colonia su producción alcanzó un gran auge que favoreció sobre todo a los criollos. Por último, de la flor de cempasúchil, muy empleada en las ofrendas de Días de Muer tos, ya seca se extraían tonos amarillos y naranjas.

EL REBOZO, LA TRAMA DE LO COTIDIANO
El rebozo es la suma de distintas culturas que confluyeron en el territorio novohispano. Las españolas utilizaban mantones para cubrirse; las indígenas, unas tiras largas de algodón; de la India vino el manto llamado sari, y la nao de China trajo el mantón de Manila; todos estos elementos configuraron lo que el mestizaje adaptó como rebozo. Su elaboración artesanal era muy rica y variada; se hacía a mano en telar de cintura (de origen prehispánico), con hilos de algodón, de lana europea o de seda china –los más caros–, y se teñía con distintos pigmentos. Se convirtió en una prenda indispensable, de uso cotidiano para las mujeres novohispanas, que no distinguió casta, posición económica ni época. No obstante, se tiene conocimiento de que una Ordenanza que instauró la Real Audiencia en 1582 prohibió el uso de indumentaria indígena a mestizas, mulatas y negras, esto dio pie a que la prenda se adaptara a las nuevas reglas. Aún en nuestros días el rebozo se usa de acuerdo con las necesidades de las mujeres mexicanas.

LAPIDARIOS Y PLATEROS
Entre los primeros artífices con que contó la Nueva España estuvieron los lapidarios, término que se asigna a “los hombres que sabían tallar las piedras preciosas”. En la época prehispánica ya se trabajaba la talla en jade, turquesa y obsidiana. Cuando los españoles llegaron a estas tierras, se maravillaron al ver la factura de lo que ellos llamaban esmeraldas y que en realidad era jade, una piedra muy estimada por los indígenas, junto con la obsidiana, porque guardaban mucha de su memoria pasada.

La platería, por su parte, destaca entre las artes aplicadas. Su desarrollo abarcó desde la llegada de los españoles hasta la prosperidad minera de los albores del siglo XVIII. Los artífices que trabajaban este metal se dividían en plateros de oro; de plata; de mazonería; de batihoja, que hacía laminillas de plata y oro, y el tirador de oro, que convertía estos dos metales en hilos para bordados finos. Como Zacatecas fue el mayor productor de plata, gran parte de la economía virreinal y española dependió de su riqueza mineral.

EXVOTOS, FRUTO DE LA DEVOCIÓN POPULAR NOVOHISPANA
La fantasía, las ilusiones y lo sobrenatural forman parte del imaginario del arte popular. La tradición del exvoto es una destreza artística que permite recrear la vida, reinventar el mundo y acceder a otras realidades. Estos cuadros se pintaban con el propósito de pedir favores o de agradecer algún milagro, y este culto por la imagen desembocó en la pintura popular no académica que, aunque no conformó un gremio, sí obtuvo el reconocimiento de la sociedad novohispana. El milagrero (pintor de exvotos) dividía el soporte en tres planos: el celestial, que es donde la mayoría ubicaba la figura religiosa (icono); el terrenal, que era la escena que evocaba el milagro o agradecimiento, y el de texto, donde se explicaba, en pocas palabras, qué figura se invocaba, el milagro hecho y la promesa cumplida.

LA INTEGRACIÓN DE UNA SOCIEDAD. EL ARTE POPULAR EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
En el siglo XVII la Nueva España experimentó la integración sociopolítica de su territorio, la unificación económica, el comienzo de una aparente paz, el desarrollo de las distintas castas; en resumen: el establecimiento de una cotidianidad. En esta y la siguiente centuria surgió una nueva consideración sobre el arte popular: que quien lo apreciara lo haría testigo de su devenir cotidiano.

En la Nueva España el arte culto transitó por diferentes estilos; del manierismo pasó al barroco, que tuvo distintas etapas, hasta llegar lentamente al clasicismo. El arte popular, por su parte, no sufrió cambios tan radicales; su proceso estilístico no se definió y las técnicas fueron las más afectadas.

En el transcurso de los siglos virreinales el arte popular se formó a costa de sublimar técnicas muy complejas y de un conocimiento acumulado, transmitido por generaciones, que desembocó en la diversidad de oficios que hasta hoy perviven.