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Características del arte popular

Judas de cartón. Artesano desconocido. Celaya, Gto. Col. Miguel Abruch. (Foto: GLR Estudio).

José N. Iturriaga

PARTICULARIDADES DEL ARTE POPULAR

Con frecuencia se afirma que es incorrecta la separación conceptual de arte popular y arte en general, que no hay diferencia entre ellos y que una posición contraria sólo pretende relegar el arte popular, dejarlo en un segundo nivel respecto del arte culto.

Con objetividad, lo cierto es que sí hay diferencias que distinguen el arte popular, y sin embargo no lo remiten a un segundo plano. Los rasgos más notorios del arte porpular son las siguientes:

1. Es tradicional: se transmite de generación en generación.
2. Suele ser comunitario o colectivo: pueblos enteros se dedican a la misma rama artesanal.
3 . Por lo general es anónimo, y en consecuencia, rara vez se encuentran piezas firmadas; algunos artistas populares consagrados o de fama sí firman sus obras.
4 . Suele ser utilitario o cotidiano; son objetos con un fin práctico, y entre ellos se pueden incluir algunas piezas religiosas, pues las creencias del pueblo se expresan en la vida cotidiana.
5 . Está determinado por el medio ambiente, pues se realiza con materiales naturales del entorno propio de cada población o región.

En cuanto a cultura, ésta puede tener dos significados: el común y corriente, referido al conjunto de conocimientos de una persona, y el concepto antropológico, que alude a las características de un pueblo: idioma, religión, estructura social, costumbres, gastronomía y, por supuesto, arte popular. Con este último término sucede algo parecido, puede tener dos significados y entenderse como las expresiones individuales y selectas realizadas por artistas populares, o tener un sentido más amplio relativo a la artesanía de toda una comunidad.

RELACIÓN DEL ARTE POPULAR CON EL ARTE EN GENERAL
El arte popular es una fuente donde abrevan los artistas plásticos; con frecuencia nutre y da sentido al arte en general. Baste ver las obras de José Guadalupe Posada (grabador ubicado en la frontera misma de ambas artes), la mayoría de los muralistas mexicanos, las pinturas de Diego Rivera y muchas de Frida Kahlo, casi todas las de María Izquierdo y Chucho Reyes Ferreira. Cabe preguntar incluso si los intensos colores de las casas diseñadas por Luis Barragán no se inspirarían en el arte popular mexicano.

MESTIZAJE Y ARTE POPULAR
Pocas ramas del arte popular mexicano se conservan como en la época prehispánica, pues en la actualidad la mayor parte son mestizas. A partir de técnicas precolombinas o, en ocasiones, introducidas por los primeros frailes (como Vasco de Quiroga en Michoacán), se agregaron elementos “occidentales” o, mejor dicho, europeos, y a veces asiáticos.

Una sorprendente muestra de dicho mestizaje es el culto a la muerte. Desde antes de la Conquista se hacían ofrendas a los muertos, que incluían comida, sobre todo tamales, exactamente como hoy en día. En la actualidad, esa tradición muestra nuevas y variadas facetas artísticas (que por cierto azoran y hasta espeluznan a los visitantes extranjeros): pan de muerto con decoraciones que simulan huesos humanos, para comer en familia; calaveras de azúcar que regalamos a la novia, ¡con su nombre en la frente!; juguetes de madera y de otros materiales que obsequiamos a los niños, entre ellos ataúdes con tapa corrediza que, cuando se abre, sale impulsado un esqueleto; orquestas integradas por músicos que asimismo son osamentas; tumbas de alfeñique, etcétera. Para redondear el tema están los versos festivos, llamados calaveras, que se dedican a los amigos, supuestamente difuntos, recordando los gustos, aficiones y rasgos que “tenían en vida” y que ahora, “ya calaveras”, han perdido para siempre.

REVALORACIÓN DEL ARTE POPULAR COMO ARTE
Como la Revolución Mexicana la hizo el pueblo, es lógico y consecuente que haya dado lugar a la revaloración de sus propias expresiones, entre ellas el arte popular. Como una reacción ante el afrancesamiento del Porfiriato –que en realidad incluía, además de arte europeo, porcelanas chinas y, en general, piezas artísticas extranjeras–, pocos años después de la guerra civil se publican los primeros libros sobre arte popular, y los pintores Roberto Montenegro y el Dr. Atl se cuentan entre los principales promotores de una exposición que sobre el tema se llevó a cabo en la Ciudad de México.

En las décadas siguientes, los artistas e intelectuales mexicanos empezaron a decorar sus casas con piezas de arte popular; y en la segunda mitad del siglo XX se suma la clase media a esta tendencia que, por fortuna, resultó mucho más que una moda, pues lo que podría haber sido efímero y pasajero alcanzó cierto arraigo.

VALOR Y COSTO DEL ARTE POPULAR
No obstante el alto valor estético, cultural, tradicional y, con frecuencia, simbólico del arte popular, suele venderse a precios muy bajos respecto de lo que cuestan las obras artísticas cultas o las obras de autor en las ciudades. Tras ese fenómeno de mercado se esconde la explotación del artesano por parte del comerciante mayorista; además, el propio artífice a veces subvalúa su trabajo porque lo considera secundario a su actividad principal, usualmente la agricultura. (Es decir, “descansan haciendo adobes” o arte popular, y no le asignan el valor que merece; sin duda el factor principal es la presión que ejerce la pobreza.)

LOS ENEMIGOS DEL ARTE POPULAR
1. La discriminación racial contra los indígenas. Aunque este fenómeno en México no suele presentar violencia física como en otros países, es una realidad cotidiana. Ello tiende a inhibir sus expresiones.
2. El mal gusto. Los turistas nacionales y extranjeros, por una parte, y los comerciantes de artesanías, por la otra, promueven una falsificación del arte popular al querer convertirlo en “mexican curious”; hermosas piezas se pervierten cuando les agregan la incompatible leyenda: “Recuerdo de…”
3. La oferta y la demanda. Este fenómeno económico presiona hacia la producción en serie o industrial de artesanías, en detrimento de la calidad que implica el trabajo manual y personalizado.
4. Los nuevos materiales. Los avances tecnológicos que han llevado al descubrimiento y a la invención de nuevos materiales atentan por lo general contra el arte popular (el peor antagonista de una cazuela de barro es el aluminio; los de la seda y el algodón son el nylon y el poliéster; el de la madera es el plástico, etcétera) y lo desplazan, porque al producir en serie sus precios bajan.
5. La influencia externa. Aunque México tiene un poderoso escudo cultural contra los embates de la globalización, en todo caso no se puede ignorar que la influencia del exterior, aunque tiene ventajas, avanza a costa de las costumbres nacionales y populares.
6. Las copias. No sólo hay empresarios que plagian diseños de piezas de arte popular (abusando de la fragilidad jurídica de los derechos de autor en esta materia), también sucede que algunos pueblos indígenas copian a otros que han tenido más éxito, para comercializar sus manufacturas, aprovechando desde luego la habilidad artística propia e impulsados por la necesidad. Tal es el caso de pulseras, collares y diversos objetos de chaquira huicholes, cuyos diseños y técnica han copiado otras etnias.
7. ¡La ecología! Resulta paradójico que la creciente conciencia ambiental haya impedido o frenado la continuación de algunas ramas del arte popular, incluso por disposiciones legales. Las políticas de protección a ciertos animales han acabado, por ejemplo, con las peinetas de carey labrado de Campeche, con la talabartería que emplea pieles de animales silvestres, así como es inconcebible el arte plumaria de hoy con plumas de colibríes y quetzales. Además, la salvaguarda de los bosques ha repercutido en la caída de la fabricación de muebles artesanales en Michoacán.

¿MODERNIDAD VS. ARTE POPULAR?
Esta cuestión polémica no tiene una respuesta fácil. Mientras una corriente importante considera que la modernidad acaba con la tradición y que cualquier evolución exógena del arte popular es indebida, otros piensan que las influencias enriquecen. En conclusión, hay dos posiciones antagónicas: “al arte popular no hay que tocarlo ni con el pétalo de una rosa” y “renovarse o morir”. Lo cierto es que toda tradición se inicia en algún momento y va cobrando forma y fuerza con el paso del tiempo.