Aguascalientes
Jarra de barro bruñido. Artesana Gloria Ramírez Trujillo. Aguascalientes. Col. Populart. (Foto: Jasso).
José N. Iturriaga
La creación relativamente reciente de este estado, en 1853, remite de manera obligada a un ámbito cultural más amplio, en primer lugar a la Gran Chichimeca considerada en el siglo XVI desde Querétaro hasta Nuevo México. Los restos de cerámica prehispánica hallados en territorio hoy aguascalentense (en la sierra de Pabellón de Hidalgo, en los arroyos aledaños a la capital, en la cañada de Santiago y el las barrancas de San José de Gracia) corresponden a la cultura Chalchihuites e indican una clara influencia teotihuacana, mas no es posible identificarlos con un grupo étnico determinado porque los llamados genéricamente chichimecas eran nómadas y guerreros, permanentes migrantes a la vera de la caza, los avatares bélicos y la climatología. Además, con frecuencia la cerámica era botín de guerra.
Remembranzas de la época prehispánica son diversas artesanías, como la cestería de mimbre o yute, los muebles hechos a base de tule y algunos alimentos como el queso de tuna, el colonche (bebida ritual de la misma fruta), el pan de mezquite y otros hechos.
Durante el virreinato fue la Nueva Galicia la provincia que incluyó a Aguascalientes y en ese período se gesta un mestizaje de múltiples orígenes, pues llegaron con los españoles otras migraciones, la más relevante la de tlaxcaltecas, que dejaron profunda huella cultural hasta el norte del país. Desde luego, en el mestizaje no intervinieron los chichimecas, por su carácter errante. También hubo influencia mozárabe y africana, por los esclavos que se trajeron para trabajar en las minas y en la servidumbre doméstica. El verdadero inicio de esta etapa histórica lo marca la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Asunción, en el año de 1575.
De los tiempos coloniales datan las expresiones sincréticas que se pueden apreciar en la danza de los Indios de Mesillas, con sus atavíos que simulan aves y animales silvestres: “escenifica la reivindicación de los indios chichimecas contra los españoles y llega a su clímax con un acto de canibalismo ritual, propio de las tribus chichimecas”, apunta el sociólogo Víctor Manuel Solís Medina. Otra es la danza de Matlachines, en la cual destacan sus máscaras rituales.
En ese período llegan a Aguascalientes y se aclimatan como artesanías locales la cerámica proveniente de Puebla, que a su vez venía de Talavera, en España; los deshilados originarios de los Países Bajos y otros textiles; el cultivo del gusano de seda; la fabricación de retablos, la laudería y en general el tallado de madera; la platería; los platillos de origen gallego y la dulcería de remotas raíces árabes: alfajores, natillas y bocadillos a base de azúcar.
Con la Independencia, Aguascalientes deviene zacatecana, hasta 1853 en que obtiene su autonomía como entidad de la federación. Destaca en el porfiriato la obra gráfica de José Guadalupe Posada, cuyos grabados de “calacas y muertes” inspiraron toda una artesanía juguetera, sobre todo de cartón, en diversas partes del país.