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Las Flores en el Arte Popular Mexicano

Lorena Martínez González Directora de Áreas Verdes y Educación Ambiental Fundación Xochitla A.C. con motivo de una conferencia ofrecida en 2014

Alegraos con las flores que embriagan las que están en vuestras manos que sean puestos ya los collares de flores abren sus corolas flores placenteras con esto vuestro disgusto se disipa.(Cantares Mexicanos)

 

Agradezco a Sonya Santos, presidenta de la Asociación de Amigos del MAP (en 2014), a su director general Walther Boelsterly, y a las queridas compañeras de la Federación Mexicana de Jardinería su amable invitación para participar en este panel.

Debo confesar que, aunque admiro al arte popular mexicano, no es un tema que conozca a fondo, pero lo que sí puedo decir es que mi pasión, desde hace ya casi treinta años han sido las plantas mexicanas. Por eso el día de hoy quiero hablarles tanto de lo que a mi parecer es el vínculo de las flores con el arte popular mexicano, como también de los retos ambientales que enfrentan las plantas en el ámbito de su conservación.

El arte popular mexicano es una parte fundamental de nuestra cultura, el cual refleja la historia y la identidad de nuestro país. El arte popular al tiempo que favorece el desarrollo integral de los artesanos se vuelve una forma de comunicación para quien lo adquiere, pues a través de él, es posible aprender acerca de otras formas de ver el mundo, muy diferentes a la nuestra. Y es en esta comunicación, donde todos nos enriquecemos, fortaleciéndose así nuestra cultura.

“El arte popular mexicano es una parte fundamental de nuestra cultura, el cual refleja la historia y la identidad de nuestro país.” Cerámica de Jalisco

“El arte popular mexicano es una parte fundamental de nuestra cultura, el cual refleja la historia y la identidad de nuestro país.” Cerámica de Jalisco

 Sin duda alguna, ha sido el entorno natural en que viven las comunidades, con toda la flora y la fauna existente en su comunidad, así como la forma en que se relacionan con ellas, los principales elementos de inspiración para nuestros artesanos. Es decir, existe una relación muy estrecha entre biodiversidad y cultura: a mayor diversidad biológica mayor diversidad cultural.

Si tomamos en cuenta que México es uno de los cinco países con mayor diversidad en el planeta, y que contamos con 22 mil especies de plantas mexicanas, o sea que el 10% de la flora que existe en todo el planeta está en nuestro país, entonces podemos entender que la enorme riqueza cultural con la que contamos es producto de la generosa y diversificada presencia de tantas plantas en nuestro país.

Es en el arte popular mexicano donde quedan plasmadas muchas de las peculiaridades de las formas de vida de los pueblos que las elaboran: sus costumbres, su cosmovisión de la vida, la riqueza biológica de su entorno, incluidas flores como la dalia, el cosmos, el crisantemo, las margaritas, el cempasúchil, las nochebuenas, las rosas, o los alcatraces, aunque estos últimos no sean mexicanos.

“México es uno de los cinco países con mayor diversidad en el planeta, y contamos con 22 mil especies de plantas mexicanas, o sea que el 10% de la flora que existe en todo el planeta está en nuestro país..” Reserva de la Biosfera y Zona Arqueológica de Calakmul en Campeche.

“México es uno de los cinco países con mayor diversidad en el planeta, y contamos con 22 mil especies de plantas mexicanas, o sea que el 10% de la flora que existe en todo el planeta está en nuestro país..” Reserva de la Biosfera y Zona Arqueológica de Calakmul en Campeche.

Pero también debemos reconocer que esta riqueza se debe también a la enorme herencia cultural de las sociedades prehispánicas, para quienes las flores tuvieron un lugar preponderante. Ellas estuvieron relacionadas con la vida, la muerte, los dioses, la creación, el hombre, el lenguaje, el canto, el arte, la amistad o la tierra, entre otros. Las flores acompañaban al hombre desde su concepción hasta su entierro. Eran el sinónimo de lo “precioso”, como también lo eran la pluma del quetzal o una cuenta de jade. Dice el gran historiador Miguel León Portilla que en la época prehispánica “Los hombres y mujeres anhelaban las flores. Eran su deseado atavío, eran su riqueza en la Tierra”.

La Dalia es la flor nacional de México.

La Dalia es la flor nacional de México.

Las flores también fueron metáfora, se convertían en adjetivos, como por ejemplo la flor de oceloxóchitl, que en náhuatl quiere decir “flor de jaguar”, flor que hoy es conocida como tigridia o flor de un día. Había flores de cuervo, flores de manita, flores de oro, flores de aves floridas. Todas ellas abundaban, sobre todo en la primavera, dando alegría a los dioses y a los seres humanos. Las había blancas, azules y de muchos colores.

Las flores tenían jerarquía, algunas se reservaban para los nobles y guerreros destacados; eran tan importantes que incluso había el castigo de pena de muerte para aquellos que tomaban cierto tipo de flores sin haber tenido el permiso para ello. De acuerdo con Francisco del Paso y Troncoso, se consideraba como expresión de grandeza presentarse con ramilletes de flores en las manos y era signo de respeto ofrecer ramos, guirnaldas y collares de flores a las personas de autoridad, para lo cual los nobles tenían una constante provisión de flores.

El Códice Florentino es una obra del siglo XVI. Se trata de un estudio llevado a cabo por el padre franciscano Bernardino de Sahagún. El título original era «La Historia Universal de las Cosas de Nueva España» pero tras un error de traducción pasó a ser la «Historia general de las cosas de Nueva España». Se conoce como Codex Florentinus o Códice Florentino llamado así porque se conserva en la Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia. Se trata de una copia que envió Sahagún a Roma con el padre Jacobo de Testera para que fuera entregada al papa Pio V en 1580. Esta obra ha sido la principal fuente acerca de las costumbres de los aztecas en los años anteriores a la conquista española, y en donde la flora es una constante.

Es por ello que cultivaban y protegían todas las plantas nativas de gran belleza como lo eran: la flor de manita o macpalxochitl, la dalia o acocoxochitl, la tigridia (oceloxochitl), la nochebuena (cuetlaxochitl), la flor de muerto (cempoalxochitl) además del nardo (omixochitl), la salvia, el lirio azteca (atzalxochitl), las ninfeas, la flor de magnolia (eloxochitl), la flor de mayo (cacaloxochitl), la copa de oro (tecomaxochitl) o la flor de corazón (yoloxochitl), entre otras.

Mediante la flora se trasmitían muchos mensajes, cada hoja, tallo o pétalo tenía su propio simbolismo. Por ejemplo, los tules, planta acuática mexicana muy abundante en la orilla de los lagos, tenía múltiples usos, semejantes a los que ahora le damos a la madera: servía para hacer techos, sillas tipo equipales, aventadores para atizar el fogón, o bien elaborar petates utilizados para enterrar a los muertos. La palabra tule o tollin en náhuatl tenía dos acepciones: ya sea la de tule como planta, o bien como expresión de abundancia. Por ejemplo: aunque la palabra Tultitlan, viene de tollin-tule y tlan-lugar, quiere decir: “lugar donde hay tules”; por otro lado, la palabra Tultepec, viene también del vocablo tollin pero en este caso no refiere al tule en sí mismo, sino hace referencia a la abundancia de algo, en este caso, del segundo vocablo tepetl-cerro, es decir, Tultepec es el lugar donde abundan los cerros.

La forma de pensar la vida en la época prehispánica consistía en ver la existencia humana como un ente que se desarrollaba a través del tiempo pero también entre la naturaleza, manteniéndose en comunicación estrecha con ella. La naturaleza así entendida, no se veía como algo ajeno a la persona, sino como parte intrínseca de ella, por lo que era una búsqueda constante el vivir en comunión con ella.

La joyería hecha con cuentas de chaquira es un elemento muy importante en la indumentaria de la etnia indígena Huichol. La usan tanto mujeres como hombres; collares, aretes y pulseras, con motivos diversos de la flor hikuri mejor conocida como peyote, medicina sagrada del pueblo Wixarika o Huichol.

La joyería hecha con cuentas de chaquira es un elemento muy importante en la indumentaria de la etnia indígena Huichol. La usan tanto mujeres como hombres; collares, aretes y pulseras, con motivos diversos de la flor hikuri mejor conocida como peyote, medicina sagrada del pueblo Wixarika o Huichol.

Pero ¿Qué pasa en la actualidad? ¿Cómo nos vinculamos ahora con la naturaleza?

A diferencia de las sociedades prehispánicas, nos encontramos en un momento crítico de la humanidad donde se viene dando la extracción insostenible de nuestros recursos naturales, un acelerado cambio en el uso del suelo, y el calentamiento global del planeta es un hecho real y contundente, aunado todo ello a la incapacidad del ser humano para ver a los demás seres vivos, incluidas las plantas, con el mismo derecho de vivir y coexistir con nosotros en este planeta.

Desafortunadamente, hoy en día, la naturaleza nos dice muy poco, principalmente a quienes vivimos en las ciudades, casi no tenemos vínculo alguno con ella. Endiosados con la tecnología y la inteligencia artificial, desconocemos o minimizamos nuestro vínculo con el entorno. Somos extranjeros de nuestro propio planeta.  En años recientes investigadores de Estados Unidos han acuñado el término de “la ceguera a las plantas” que representa la incapacidad para mirar y fijar la atención en el mundo vegetal que forma parte de nuestra vida diaria. Algunos de los síntomas de quienes la padecen son:

  1. El poco interés de brindarles atención y cuidados.
  2. La pérdida de experiencias y vivencias que los relacionen con el crecimiento, desarrollo y los cambios de las plantas que existen en su entorno.
  3. La falta de conciencia de que la vida en el planeta depende de la fotosíntesis, mágico proceso por el cual la luz solar es convertida en carbohidratos- y que, solamente las plantas pueden realizar, con lo que se garantiza que día con día contemplemos el milagro de la vida en nuestro planeta.

Esta ceguera es la que ha originado que casi mil especies de plantas de las más de 22 mil que existen en México estén en algún nivel de riesgo de desaparecer de la faz de la tierra, ya sea porque están extintas en el medio natural, en peligro de extinción, amenazadas o requieren de alguna protección especial. Desafortunadamente muchas de ellas son flores: como algunas especies de dalias, la flor de magnolia mexicana o incluso varias ninfeas.

Entre los graves problemas ambientales que se observan a lo largo y ancho del territorio nacional, están también los relacionados con la floricultura, principal actividad en muchos municipios del país, como el de Villa Guerrero en el Estado de México, que ocupa el primer lugar en producción de flor de corte, donde se producen, rosas, crisantemos, claveles, gladiolas entre otras flores.

El Mercado de Jamaica de la Cd de México es uno de los más importantes en lo que se refiere a la venta de flores.

El Mercado de Jamaica de la Cd de México es uno de los más importantes en lo que se refiere a la venta de flores.

En éste y en la mayoría de los lugares productores de flores se utilizan, para “cuidar las flores”, plaguicidas que están incluso varios de ellos, prohibidos en países desarrollados ya que su uso tiene repercusiones en la salud. Los floricultores están en continua exposición a plaguicidas, directa o indirectamente a través de los residuos del aire, la contaminación de mantos acuíferos y cultivos tratados. Todos los botes de plaguicidas tienen etiquetas de advertencia que van de moderadamente tóxicos hasta extremadamente tóxicos. Entre las afectaciones a la salud, están daños al sistema nervioso, abortos espontáneos, malformaciones congénitas en hijos de madres expuestas y cáncer, entre otros. Un artículo del periódico El Universal, de octubre de 2012, daba cuenta de la impresionante cantidad de personas con malformaciones en la región, ya que es común ver a familias completas participar en todo el proceso del cultivo, incluyendo la fumigación. Y, para colmo, la mayoría de los habitantes trabaja por 100 pesos diarios en jornadas de trabajo que van de las siete de la mañana a las ocho de la noche.

Como vemos el reto al que nos enfrentamos por la enfermedad de la ceguera que padecemos en la actualidad es enorme. En este sentido, las flores, nuestras hermosas flores mexicanas, debieran ser retomadas como embajadoras no de la muerte sino de la vida; que sean ellas con sus formas, tamaños, texturas, colores, olores, las que nos enseñen a ver con nuevos ojos a la naturaleza y a los seres humanos que las cultivan.

El artesano, el diseñador o diseñadora de un arreglo floral, el arquitecto de paisaje, o él o la compradora de flores, deberán preguntarse:

  • ¿De dónde vienen las flores que empleo en mi arte, en mi jardín, en mi florero o en mi diseño floral?
  • ¿Son flores nativas o exóticas las que utilizo?
  • ¿Con mi compra estoy contribuyendo a un comercio justo que protege la calidad de vida de las personas?
  • ¿Estoy segura que vienen de una producción sustentable?

Estas preguntas pueden ser el germen para generar la conciencia en nosotros mismos y los demás sobre la importancia de conocer y usar de manera sustentable las especies de interés alimentario, medicinal, e incluso paisajístico o estético, como son las flores.

“Es en el arte popular mexicano donde quedan plasmadas muchas de las peculiaridades de las formas de vida de los pueblos que las elaboran: sus costumbres, su cosmovisión de la vida, la riqueza biológica de su entorno” El artesanos Francisco Bautista trabajando en el “Vochol” donde plasmó su cosmovisión.

“Es en el arte popular mexicano donde quedan plasmadas muchas de las peculiaridades de las formas de vida de los pueblos que las elaboran: sus costumbres, su cosmovisión de la vida, la riqueza biológica de su entorno” El artesanos Francisco Bautista trabajando en el “Vochol” donde plasmó su cosmovisión.

Para terminar quiero decirles que aunque la cultura moderna ha podado nuestra capacidad de sorprendernos y conmovernos y nos ha recortado los sentimientos, la conciencia y la identidad histórica. Es el momento de volver a echar raíces, de brotar de nuevo, de florecer para mirar con renovados ojos y admirarnos con el concierto generoso de la diversidad con la que se puede expresar la vida a través del arte popular y de todo aquello que esté vinculado directa o indirectamente con las flores y las plantas mexicanas. Que cada obra artesanal que tengamos en nuestras manos, que cada arreglo floral que contemplemos nos contagie del placer estético de verlos, y aún más fomente nuestra responsabilidad por recuperar la riqueza de nuestra flora nacional y más aún sean un vehículo para fortalecer nuestra identidad, para ser dignos sucesores de nuestros antepasados y con ello, las futuras generaciones puedan seguir sintiéndose orgullosas de la herencia cultural que por fortuna habremos de legarles.

¡Muchas gracias!

En Tenango de Doria, Hidalgo, las bordadoras estampan la flora y la fauna de su entorno en los lienzos.

En Tenango de Doria, Hidalgo, las bordadoras estampan la flora y la fauna de su entorno en los lienzos.

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