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Conoce a: Pedro Ortega

Originario del pueblo de Tláhuac, Ciudad de México, Pedro Ortega es un artesano dedicado al arte de transformar el papel en historias. 

Desde niño se interesó por el arte del papel, viendo en las fiestas populares de su barrio las decoraciones que llenaban las calles y establecimientos. Su fascinación por el papel comenzó a crecer como una llama que nunca dejó de arder. A los 17 años, decidido a aprender, Pedro se convirtió en autodidacta y comenzó a experimentar con las bases del papel picado tradicional. Pero no fue hasta los 20 años que, con manos llenas de curiosidad, forjó sus propias herramientas para cincelar el papel, un acto que sería solo el principio de su maestría.

Poco a poco fue aprendiendo sobre la historia del papel en México, sus usos, las diferentes técnicas que lo trabajan y fue adaptando estos conocimientos a su trabajo, explorando no solo la técnica tradicional del papel picado sino explorando nuevas figuras y escenas más elaboradas en sus obras como Adán y Eva en el paraíso, la cual valió para recibir reconocimiento en 1984 y sentar un precedente en este tipo de escenas que han sido muy bien recibidas por el público. 

El proceso creativo de Pedro es tan detallado como sus piezas. Comienza por trazar un dibujo, ese primer esbozo, en el dibujo realiza el cuadriculado o el alma del papel picado. Luego, con precisión y destreza, empalma un fajo de 100 hojas de papel de china y, utilizando sus cinceles, comienza a esculpir la historia. 

Pero Pedro no se limita al papel picado. Su creatividad se extiende hacia otros ámbitos del arte popular mexicano. Ha incursionado en la creación de globos de cantoya, cartonería, tarjetas, papalotes y miniaturas, explorando diversas técnicas y materiales. Estas creaciones no solo enriquecen su trabajo, sino que le permiten darle a sus retablos una profundidad única, acorde con el tema que desea plasmar.

Su maestría y destreza lo fue acercando a diferentes instancias como museos donde ha expuesto y vendido sus obras, así como estado a cargo de la museografía, entre ellos se encuentran FONART, el Museo de Arte Popular, el museo Franz Mayer, el Papalote Museo del Niño y el Museo Mural Diego Rivera. También ha tenido un acercamiento con diferentes instituciones como la Asamblea de Ciudades, la Casa de México en España y el Museo de Culturas Asiáticas en Singapur, donde ha realizado obras majestuosas como murales de más de 4 metros de alto y ancho. 

Pero, más allá de sus logros, Pedro sigue siendo un hombre de familia. Hoy en día, sus tres hijos siguen sus pasos, aprendiendo el arte del papel picado y ayudando a su padre en el taller. Gracias a ellos, la tradición del papel picado continúa viva, permitiendo que las futuras generaciones descubran y aprecien esta forma de arte que ha sido parte de la cultura mexicana durante siglos.

 

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