Sala 2 “El arte popular y la vida cotidiana”
Walther Boelsterly
Arte del Pueblo, Manos de Dios, Tomo II. 2018
Muestra la fusión del México actual: una mezcla de vida vinculada a los grandes avances tecnológicos del primer mundo con la sencillez de la vida campirana, reflejando la sabiduría de poder hacer convivir lo contemporáneo con la más pura tradición. Una gran vitrina despliega un catálogo de objetos y utensilios de origen y tradición prehispánica y virreinal, usados en la actualidad y compartidos con el mundo. Hoy no es raro ver a los más calificados y prestigiosos chefs acompañados de un molcajete mexicano, o por ollas de barro que mantienen el calor y lo reparten de forma uniforme en el producto cocinado; a los más audaces diseñadores internacionales utilizando la mantelería hidalguense de Tenango del Valle y los diseños coloridos y mágicos de la cultura huichola; a las firmas extranjeras que reproducen diseños de antaño; a las más avanzadas propuestas de “desempeño circular” que proponen el uso de materiales reciclables y amables con el medio ambiente. Todas estas propuestas y todos estos principios de sustentabilidad se observan en la sala de la vida cotidiana, especialmente hablando del arte culinario y su parafernalia.
Hay una pequeña muestra de la vestimenta utilizada todavía por los diferentes grupos étnicos. Se mantiene el discurso museográfico regional presentando un grupo de prendas del sur-sureste, centro y norte. Cabe destacar el colorido y la profusa “ilustración” de los trajes de Chiapas, Oaxaca, Yucatán y Tabasco. La elegancia de los vestidos purépechas y la simpleza en el diseño y los materiales de la indumentaria del norte. Se reitera la importancia de lo que ofrece la naturaleza y que estos materiales se reflejan de forma transparente en el campo de la indumentaria.
La siguiente vitrina alberga algunos muebles, destacando los baúles y biombos de Olinalá, Guerrero, trabajados magistralmente con madera de lináloe, que desprenden un olor muy agradable que “pinta” los ajuares de novia para el día de la boda. Se descubren baúles taraceados (no marquetería), puesto que se trabajan con incrustaciones de madera sólida y no de chapa, y aunque también con bellos resultados no se pueden comparar con el taraceado.
En esta sección se halla uno de los sectores más interesantes, se trata de la parte lúdica, aquí se exhibe la variedad de juguetes que se elaboran con la intención de entretener, educar, divertir a la población infantil del país. Este universo presenta la variedad de objetos que forman parte de una memoria colectiva, que evoca momentos y circunstancias: carritos de carrizo, de lámina, muñecas de trapo, juegos mecánicos fabricados en lámina, carrizo, maque, una infinidad de miniaturas en alfarería que seguramente han echado a volar la imaginación de miles de niñas, el trenecito y los camiones de barro, el típico soldadito de plomo y de hojalata, el caballo que giró y giró eternamente en el carrusel de la feria, el balancín. Es la representación de la naturaleza en un concepto simple y lúdico.
Pasos más adelante, una vitrina con una serie de miniaturas que hacen la delicia de chicos y grandes: calaveritas, nacimientos, grupos de mariachis, teatrines y bataclanas, guitarras, mandolinas, violines, arpas, pequeñísimos instrumentos musicales que deseamos rasgarlos y obtener sus melodías. El mundo de lo pequeño, de lo ínfimo, que siempre ha fascinado a todos. Sigue una diminuta escena de tauromaquia en papel recortado, una belleza y un proverbio de la minuciosidad y la paciencia. A unos pasos de la entrada de esta segunda sala se ubica un reducido recinto con miniaturas que es el resumen de la propuesta del MAP: borrar la frontera entre artesanos y artistas, pues ambos pertenecen al mundo de los creadores.